Los cuervos son aves extraordinariamente inteligentes, famosas por su capacidad de resolver problemas y hasta de usar herramientas. Sin embargo, hay un comportamiento menos conocido que ha captado la atención de la comunidad científica: el uso de hormigas para combatir enfermedades y parásitos. ¿Cómo funciona este sorprendente método de “autoterapia”? A continuación, te lo contamos con el respaldo de estudios y hallazgos de expertos en ornitología y biología.
En distintas regiones del mundo, se ha observado cómo ciertos cuervos enfermos buscan activamente nidos de hormigas. La escena puede resultar impactante: el ave irrumpe, hace enojar a los insectos y luego se queda inmóvil con las alas extendidas mientras las hormigas se suben a su cuerpo y lo “atacan”. Aunque parezca un acto temerario, en realidad constituye un ritual llamado “anting” o “hormigueo”.
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Componente químico y efecto sanitario
Las hormigas liberan ácido fórmico, una sustancia que funciona como un eficaz pesticida natural. El doctor Mark Hauber, profesor de Ornitología en la Universidad de Illinois, ha documentado cómo este ácido contribuye a eliminar hongos, gérmenes y hasta piojos que pueden afectar el plumaje de las aves. En su artículo publicado en The Auk: Ornithological Advances, describe este proceso como “una forma de automedicación sorprendentemente sofisticada”. -
Investigaciones destacadas
Por su parte, la doctora Sofia Wischnewski, investigadora del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal, realizó una serie de experimentos de laboratorio y campo que confirman la relación entre el anting y la mejora en la salud de las aves. Analizó muestras de plumas antes y después de la exposición a hormigas rociando ácido fórmico, concluyendo que la proliferación de hongos y bacterias en el plumaje disminuyó significativamente.Además, el biólogo Timothy Birkhead, autor de múltiples estudios sobre comportamiento aviar, sostiene que los cuervos pueden aprender de sus semejantes esta conducta. “No se trata de un comportamiento innato, sino más bien de una estrategia aprendida de otras aves que ya han probado sus beneficios terapéuticos”, afirma Birkhead en la revista Current Biology.
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Perspectiva evolutiva
La capacidad de un animal para buscar fuentes de curación en su entorno denota un nivel de conciencia ecológica y una inteligencia adaptativa notables. En un mundo natural donde la supervivencia depende de pequeñas ventajas evolutivas, el descubrimiento del “anting” en cuervos refuerza la idea de que las aves, especialmente las de la familia Corvidae, exhiben comportamientos más complejos de lo que se pensaba.
Las sorprendentes “sesiones de spa” con hormigas reflejan la asombrosa capacidad de los cuervos para encontrar remedios en la naturaleza. Esta práctica, observada en diferentes partes del mundo, nos recuerda que la fauna silvestre puede enseñarnos lecciones valiosas sobre el uso sostenible de recursos naturales y la capacidad de adaptación y aprendizaje en entornos cambiantes. Con cada nuevo estudio, los científicos continúan descubriendo cómo estos “médicos alados” aplican ingenio para combatir enfermedades, marcando un punto de inflexión en la comprensión del reino animal.
Datos curiosos e interesantes
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Alta concentración de ácido fórmico: Las hormigas del género Formica pueden alcanzar hasta un 50% de concentración en su veneno, convirtiéndolas en excelentes aliadas contra parásitos.
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Comparación con otros pájaros: El “anting” no es exclusivo de los cuervos; se ha observado un comportamiento similar en estorninos y jays, aunque los cuervos sobresalen por la frecuencia e intensidad con la que lo realizan.
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Aprendizaje colectivo: Se han registrado bandadas de cuervos “aprendiendo” a hormiguear tras observar a un individuo enfermo recuperarse exitosamente.